Capítulo II. Que trata de la primera salida que de
su tierra hizo el ingenioso don Quijote
Hechas, pues, estas prevenciones, no
quiso aguardar más tiempo a poner en efeto su pensamiento, apretándole a ello
la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los
agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que emendar, y
abusos que mejorar y deudas que satisfacer. Y así, sin dar parte a persona
alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día,
que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas,
subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó
su lanza, y, por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo
contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen
deseo.
Postales antiguas, cedidas por mi amiga Esperanza Rodríguez. Autor: A. Bruzón
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