miércoles, 24 de enero de 2018

¿CÓMO CONSEGUIR QUE A MIS HIJOS LES GUSTE LA LECTURA?

Ya he comentado sobre el tema de estimular la lectura en publicaciones anteriores. Ahora tocan unas orientaciones para  niños de entre dos años y seis años, aproximadamente. Aunque muchas de estas estrategias, principios y constantes, sean aplicables en cualquier edad.
      Ilustración de mi libro "Blas, libros temblad", realizada por Marta Pasquín.
      
           Repito una vez más, y no será la última vez que lo haga, los principios básicos para que un niño ame la lectura:
·                       * Con la lectura hay que disfrutar, nunca padecer.
·                       * No debe ser obligada o impuesta.
·                       * Libertad para elegir sus preferencias.
·                       * Siempre será un premio, jamás un castigo.
·                       * No se la ofrezcas durante, una rabieta, enfado o momento de mal humor.
·                       * Elige preferentemente cuentos o libros que no sean demasiado gruesos.
·                       * La vivirán como un placer, no como un suplicio.

 Respecto a lo de ser obligada o impuesta, llegará un momento, en el ámbito educativo, que tendrá que ser así. Pero intentaremos conseguir antes de dicho momento que la lectura sea ya gratificante para ellos y esté consolidada.
Para estas edades, las ilustraciones son casi imprescindibles. Puesto que no entienden las palabras, LEERÁN las imágenes. Su imaginación descubrirá mundos y fantasías increíbles en ellas.
Les leeremos cuentos como sistema, no como algo esporádico. Una táctica excelente consiste en hacerlos finalizar o completar nuestras frases; que se aprendan y pronuncien algunas palabras. Su  participación e intervención es muy positiva.
Hay que evitar a toda costa que asocien el acto de leer con una experiencia negativa.
Entre los principales motores para generar las ganas de leer, se encuentran la imitación y la emulación. El niño va a copiar los patrones de conducta del adulto, fundamentalmente de sus padres. De ahí, el asombroso parecido entre padres e hijos, aun cuando los rasgos físicos sean diferentes. Se debe a que absorben como esponjas cada detalle: expresiones, gestos, comportamientos, actitudes… Los padres son el espejo en el que se contemplan. Es por eso que la mayor parte del interés por la lectura la copiarán de ellos. Leed, leed mucho, o aparentadlo. Tened siempre en vuestra casa un libro de adultos a la vista. Cada día leeréis (o lo simularéis) un poco delante de ellos. Es buena táctica que pidáis a vuestra pareja (u otro adulto) que se aproxime y le leáis un párrafo en alta voz (incluso lo podéis inventar con expresiones que agraden a los peques). El registro que quedará en su mente es: «A mis papás les gusta mucho leer, se ocupan cada día de ella y le dan mucha importancia»He visto a una niña coger ese mismo libro (al revés) que los padres utilizan cada día para leer un fragmento, y ponerse a leer inventándose el contenido; resultaba muy gracioso. Fijaos qué logro con esa práctica diaria: les motiva a leer, a expresarse, a crear mediante la invención.
A veces el profesorado de guarderías y colegios, para poder comunicarse con la familia, tiene la costumbre de anotar en una libreta o cuadernillo los aspectos que interesa de la jornada. Es recomendable leer en alto y delante de ellos las anotaciones,  tanto las del Centro como las vuestras. Cada pequeño detalle u ocasión son estímulo para que deseen leer, así que no se debe desaprovechar ninguno.
Disponer de una buena variedad de libros a su disposición en casa. Cuando salgas fuera, lleva siempre un libro infantil a mano. Servirá para matar momentos de aburrimiento ineludible: en citas médicas, compras, viajes largos. Podéis utilizar juguetes, pero mucho mejor, cuentos.
Que os acompañen a comprar sus libros y crean haberlos elegido; si no todos, al menos alguno de ellos. Llevadlos a visitar alguna biblioteca, a Ferias del Libro, aunque sea solo un ratito. Esa abundancia de libros, ese colorido, la cantidad de gente interesándose por ellos… les dejará muy buena impresión.
No porque sean baratos o se los regalen, penséis que hay que leérselos forzosamente. Si son feos, tediosos o poco aptos para su edad, retiradlos y olvidadlos, no lo dudéis.
En casa facilitarles la elección entre una gama abundante.

Les hace muy poca gracia la hora de acostarse. Buscan cualquier argucia para demorarla. Cuando, para su fastidio, vean claro que no les queda otro remedio, ofrecedles un cuento, lo aceptaran encantados; será la excusa que necesitaban, incluso le dedicaran el tiempo y atención que haga falta, si con ello retrasan el momento de dormir.

viernes, 19 de enero de 2018

EL GENIO DE LA LÁMPARA SOBRE EL HORIZONTE

Tina de Luis -  La narraTina - maravilloso atardecer
Un joven enamorado, y más pobre que las ratas, caminaba enfrascado en sus pensamientos. Se devanaba los sesos tratando de hallar el modo de conseguir algún regalo para su chica, en el momento de declararse.
—Recogeré unas flores, que esas me las regala el campo.
Con todo esmero e ilusión seleccionaba las mejores, para formar un bonito ramillete, cuando entre las matas descubrió una lámpara.
—¡Qué suerte la mía! Se la ve anticuada, pero le pondré una vela y en combinación con las flores, creará un ambiente romántico. Si la dejo reluciente puede que incluso resulte bonita.
Tomó un paño y empezó a frotar. Ante sus estupefactos ojos, comenzó a brotar de ella un hilo de humo, el hilo se fue expandiendo por la estancia, hasta tomar la forma de un impresionante genio.
—¡Atiza! ¡El genio de la lámpara! Jamás hubiese imaginado que algo así ocurriese en estos tiempos.
—Habla, amo. Te concederé tres deseos, puesto que tú me has otorgado la libertad.
La primera idea que cruzó por la mente del joven fue la de una sensacional puesta de sol para ofrecérsela a su amada, y eso fue lo que solicitó. A ella le encantaban.  La contemplarían juntos mientras le declaraba su amor.

Aquella puesta de sol fue el primer eslabón de su felicidad.
Tina de Luis -  La narraTina - bello atardecer
Tina de Luis -  La narraTina - bello atardecer

viernes, 12 de enero de 2018

LA NOCHE BLANCA

Poema finalista en el Certamen "Poetas de la noche" de Diversidad Literaria. Quinto lugar, entre más de setecientos participantes. Formará parte de la antología que aparece más abajo:

Dicen que la noche es negra;
no, una sensual noche blanca.
Lienzo de luna en el cielo,
vidriado en la tierra: escarcha.
Diluidas sus fronteras, 
dos cuerpos, de sed, se abrasan.
La oscuridad más hialina,
luces que emergen y estallan.
En mis labios, su tersura
y su agasajo, en mi alma.

Tina de Luis -  La narraTina

domingo, 7 de enero de 2018

REGALOS DE REYES: ¿POCOS O MUCHOS? ¿CAROS O BARATOS?


Pasadas estas fechas, es hora de reflexionar sobre los regalos que les ponemos a los niños por los Reyes Magos, Papá Noel, cumpleaños… ¿Qué número de regalos es el conveniente y adecuado? En mi opinión, cuantos menos mejor. A lo largo de los años he podido comprobar que no es más feliz el que recibe veinte que el que recibe dos, por ejemplo. Es más, me atrevo a asegurar que el tener demasiados puede llegar a provocar infelicidad. Lo que sí es seguro es que el niño que se acostumbra a diez regalos, cuando tiene nueve se siente insatisfecho; si se acostumbra a quince, cuando recibe catorce se siente insatisfecho. Quienes tienen dos o tres habitualmente, esperan dos o tres; si, por casualidad, les llegan cuatro, brincarán de gozo, y si siguen siendo los de siempre: tan felices, sin decepción ninguna.  Se da el caso, incluso, de que les llega a resultar agobiante abrir tantos paquetes y concluyen: “Ya me he cansado”.  Esto he podido constatarlo; sé de un niño que ha llegado a decir: “Ya no quiero más juguetes, por favor". Al haber muchos, se limita a desenvolver e ir tirándolos a un lado, para seguir con la tarea. Al final, solo jugará con sus dos o tres preferidos y se olvidará del resto. Y, lo más seguro, valorará aquel o aquellos que más simples o elementales nos parecieron, no los más caros, precisamente.
¿Qué conseguimos entonces con dilapidar el dinero para atiborrarlos a regalos? Nada de nada. Limitémonos a ser prudentes al respecto. En conclusión: regalar mucho o caro no aporta mayor felicidad a los niños, les crea falsas expectativas, malos hábitos, que arrastrarán a lo largo de su vida.
¿Por qué lo hacemos?
La mayoría de las veces por cariño. Es tanto lo que les queremos que todo nos parece poco a ellos. Deseamos darles lo mejor, lo máximo… Todos caemos o hemos caído en la tentación de demostrárselo con obsequios (yo no me salvo). Pero no es el mejor sistema, hay muchos otros, como prestarles atención, apoyo, comprensión; darles nuestro tiempo, amor; escucharlos y hablar con ellos; demostrarles, en definitiva, que nos importan y son lo primero para nosotros.
En algunas ocasiones, lamentablemente, lo que mueve es la rivalidad entre los diversos miembros de la familia. Se quiere destacar, quedar por encima (padres separados, abuelos, tíos…) y hay quien se enrola en la batalla de demostrar quién es el mejor; de ganarse al niño.
No estropeemos su ilusión con nuestros fantasmas, rencores, frustraciones… Si son muchos los familiares y amigos que desean regalar, busquemos una forma coherente y equilibrada de organizarlo. Si de verdad los queremos mucho, no se lo demostremos con el dinero, sino con buena voluntad y primando su felicidad.  
Otro problema que se da es el de comprar a lo loco. Es un asunto delicado, que merece nuestra atención; se debe dedicar un mínimo de tiempo para asegurar una acertada elección: que tenga en cuenta los intereses de los niños, que aporte algún beneficio, que ponga en juego la creatividad, los estímulos, que sea medianamente interactivo… Según qué personas, nos encontramos con dos tendencias bastante diferentes y opuestas:
-La cómoda y fácil: que lleve poco tiempo, que resulte llamativo, que cubra el compromiso…
-La meditada y racional: dedicarle un tiempo a la selección, procurar que no se repita, que se ajuste a las preferencias del niño, que sea la idónea para su edad, que no solo le guste, si no que, además, resulte beneficiosa…
No es tarea fácil, pero ELLOS lo merecen.

¿Qué opináis? Espero vuestros comentarios.

viernes, 5 de enero de 2018

LA MOMIA en DREAM-FIGURES

Soy hija de la oscuridad. Entre las sombras me muevo y desde ellas regreso. Ni muerta ni nacida: la “No completa”, la “Negada”.
Ra me privó de su luz; el Señor de la Duat, Osiris, prefirió ignorarme. Ni Set, el Dios del mal, ni Horus, su eterno vencedor, osaron desafiarme. Anubis, el Chacal, me embalsamó a ciegas y arrojó mi corazón a Ammyt, pero la Devoradora no se atrevió a engullirlo.
Fui borrada de las memorias y de la existencia, del Libro de los Muertos y de los Textos de los Sarcófagos. Trataron de acallarme, mas no lo lograron. Intentaron anularme, pero no lo consiguieron.
No hay conjuros de Dioses ni de humanos que puedan doblegarme. Infinito es mi dominio, indestructible mi poder.
Mi territorio es el averno; sus engendros me temen y me sirven. La inmortalidad es mi aliada. Mi reino es el inframundo, cuando sus puertas se abran nadie volverá a sellarlas.
Aún no me veis, aún no me sentís, pero yo acecho.Temblad almas del Paraíso, moradores de las tinieblas, porque ha llegado mi hora. Manteneos en vigilia. No durmáis. No descanséis. Mi reinado está cerca.
No podéis estar conmigo ni en mi contra porque os poseeré y seréis parte de mí.
La momia soy yo. La momia sois vosotros.
Tina de Luis  


Echad un vistazo a la siguiente página:
                     Encontraréis la figura de la momia y podría acompañaros a vuestra casa.

   

martes, 2 de enero de 2018

LA LIBRETA



1824
Al acercarse a la fábrica, el mundo se le desmoronaba. Le incomodaba profundamente aquel ambiente tan diferente al suyo. Aunque el infortunio le hubiera arrastrado a esa situación, en el fondo de su corazón latía un sentimiento de superioridad.
Como venía siendo habitual, algunos de los obreros comenzaron a hostigarlo:
«¡Eh, tú, Joven Caballero!, que te se va a estropiar el ropaje».
«¡Mirad que bombo!, el señoritingo del pimpampum».
Las estruendosas carcajadas mortificaban sus oídos. Charlie se mordía los labios y aguantaba inmutable el chaparrón. Uno de los provocadores se chocó con él intencionadamente. La paciencia de Charlie reventó y alzó el puño. Habría golpeado al fanfarrón, si un chico no le hubiera sujetado el brazo. Charlie lo miró con rabia.
—No hagas caso, no vale la pena. Cuanto más te enfades, más te pincharán. Soy Fran, ¿y tú?
Charlie farfullo su nombre con desgana y se dirigió a la entrada. Con sus escasos doce años, le esperaba una interminable y tediosa jornada de diez horas, pegando etiquetas en botes de betún. No muy lejos, trabajaba Fran, el mediador en el conflicto. Charlie reparó en sus botas desgastadas, con enormes agujeros taponados con cartón. El calzado de los demás no se hallaba en mejores condiciones. Le resultaba irónico que los trabajadores del betún fueran, precisamente, los que no podían permitirse usarlo. «¡Tanta crema, tantos botes! Ni que Warren's boot-blacking suministrase al mundo entero. ¡Demasiados zapatos por limpiar y demasiada gente sin zapatos!», pensó.
Cuando salió, la calle lo recibió con un desagradable bofetón de bruma helada. Se alejó deprisa para distanciarse de los otros. Sus pensamientos saltaron del betún a su propia realidad: se sentía solo, muy solo; desamparado, e insignificante para toda su familia. Las cosas no podían ir peor por culpa de su padre: encarcelado en Marshalsea por deudor, su madre y sus cuatro hermanos menores viviendo con él en la misma celda y Charlie obligado a trabajar para mantener a todos. Cayeron en desgracia hacía más de un año, cuando tuvieron que mudarse a Camden Town, uno de los suburbios más pobres de Londres. Charlie se sentía desubicado en aquel ambiente de pobreza y miseria, donde la palabra y el concepto de cultura se desconocían. Apretó los puños, desesperado, hasta clavarse las uñas en la carne. Se dio cuenta de pronto de que Fran caminaba a pocos pasos de él. Lo miró de reojo.
—¿Te importa si te acompaño?
Charlie ni siquiera contestó. Fran se pegó a él, y hablaba sin parar.
—No me extraña que estés disgustado, se nota que eres diferente, más… distinguido. Por eso bromean contigo, pero no se lo tengas en cuenta; tenemos tan pocas ocasiones para divertirnos que hay que aprovechar las que se presentan.
Charlie, en silencio, observaba que al chico solo lo protegía del frío una camisa vieja y llena de remiendos, que se adentraba en unos pantalones enormes, sujetos a la cintura con un cordel; sin embargo, aparentaba ser feliz. Por fin habló:
—Gracias por ayudarme, a veces me siento tan humillado que me cuesta contenerme.
—No te preocupes, yo me encargaré de que no te molesten más. ¿Dónde vives?
—Me alojo en Little College Street.  ¿Tú también vas para allí?
—¿Yo? ¡Ya quisiera! Vivo con cuatro camaradas en una cabaña abandonada. Ni siquiera conocí a mis padres, me crie en un orfanato. Ahora vivo por mi cuenta. Este trabajo es importante para mí, me permite vivir decentemente.
—¡Vaya! ¡Lo siento!
—¡No! Si estoy en racha: tengo comida, un techo, y puedo ahorrar unos chelines para salir adelante.
El corazón de Charlie se ablandó al comprobar que aquellos andrajos escondían a una persona de alma noble. A partir de ese día Fran no se apartaba de su lado, lo trataba como a un hermano. Se hicieron grandes amigos. Las burlas se acabaron; con todos se llevaba bien. Charlie aprendió muchas enseñanzas de la vida y Fran aprendió a leer y a escribir algunas palabras.
Llegó la Navidad. Las calles se animaron y se llenaron de alegría, a pesar de la obstinada niebla. Pasado el Christmas day, Fran buscó entusiasmado a Charlie y le entregó un regalo.
—Toma, no es gran cosa, pero es lo mejor que ha conseguido Santa Claus. Sé que tú sabrás llenarla.
—No puedo aceptarlo, Fran —Pasó las páginas con rapidez—. ¡Es un libro precioso!
—¡¿Un libro?! Si no es más que una simple libreta en blanco.
—¡Qué maravilla! Fíjate bien: dentro hay fantasmas, espíritus, familias, niños pobres y ricos, escenas navideñas, odio, amor…
Fran se rascó la cabeza. «A este chico a veces… se le desboca la inventiva», pensó. Charlie se pasó la tarde entera cavilando en algún regalo para su amigo. Deseaba corresponder a tan buen gesto de amistad. Al fin encontró algo, pero Fran no apareció; ni ese día ni los siguientes. Nunca más. Charlie indagó, preguntó… Nadie supo darle explicaciones. Su mundo volvió a estar oscuro y vacío.  No volvió a saber de Fran.

Navidad, 1843
La nieve que cubría el pavimento y las tenues luces de los hogares convertían la calle en una estampa idílica. Un hombre la contemplaba, mientras escuchaba el crepitar de las brasas. Sin saber cómo, a su mente retornó la Navidad de 1924; su situación mejoró mucho, pero perdió a buenos amigos. Tres aldabonazos en la puerta interrumpieron sus recuerdos. Al abrir se encontró con un elegante caballero, Fran se sorprendió.
—Usted dirá en qué puedo servirle.
—¿Ya no me recuerdas, Fran? He venido a traerte tu regalo. Esta historia fluyó de la libreta que me regalaste.
Fran tomó el libro que le tendía el recién llegado y leyó su título:

“A Christmas Carol”

—Lee la dedicatoria, por favor.
“A mi buen amigo Fran, la extraordinaria persona que tanto me ayudó. Él me hizo ver la esencia y diferencias de la vida. Le dedico mi eterna gratitud, desde el más sincero y profundo cariño. CHARLES DICKENS”
—¿Charlie? ¡¡Charlie!! ¡Eres tú…! El…
              Se fundieron en un intenso abrazo, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.

#cuentosdeNavidad 

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