domingo, 7 de enero de 2018

REGALOS DE REYES: ¿POCOS O MUCHOS? ¿CAROS O BARATOS?


Pasadas estas fechas, es hora de reflexionar sobre los regalos que les ponemos a los niños por los Reyes Magos, Papá Noel, cumpleaños… ¿Qué número de regalos es el conveniente y adecuado? En mi opinión, cuantos menos mejor. A lo largo de los años he podido comprobar que no es más feliz el que recibe veinte que el que recibe dos, por ejemplo. Es más, me atrevo a asegurar que el tener demasiados puede llegar a provocar infelicidad. Lo que sí es seguro es que el niño que se acostumbra a diez regalos, cuando tiene nueve se siente insatisfecho; si se acostumbra a quince, cuando recibe catorce se siente insatisfecho. Quienes tienen dos o tres habitualmente, esperan dos o tres; si, por casualidad, les llegan cuatro, brincarán de gozo, y si siguen siendo los de siempre: tan felices, sin decepción ninguna.  Se da el caso, incluso, de que les llega a resultar agobiante abrir tantos paquetes y concluyen: “Ya me he cansado”.  Esto he podido constatarlo; sé de un niño que ha llegado a decir: “Ya no quiero más juguetes, por favor". Al haber muchos, se limita a desenvolver e ir tirándolos a un lado, para seguir con la tarea. Al final, solo jugará con sus dos o tres preferidos y se olvidará del resto. Y, lo más seguro, valorará aquel o aquellos que más simples o elementales nos parecieron, no los más caros, precisamente.
¿Qué conseguimos entonces con dilapidar el dinero para atiborrarlos a regalos? Nada de nada. Limitémonos a ser prudentes al respecto. En conclusión: regalar mucho o caro no aporta mayor felicidad a los niños, les crea falsas expectativas, malos hábitos, que arrastrarán a lo largo de su vida.
¿Por qué lo hacemos?
La mayoría de las veces por cariño. Es tanto lo que les queremos que todo nos parece poco a ellos. Deseamos darles lo mejor, lo máximo… Todos caemos o hemos caído en la tentación de demostrárselo con obsequios (yo no me salvo). Pero no es el mejor sistema, hay muchos otros, como prestarles atención, apoyo, comprensión; darles nuestro tiempo, amor; escucharlos y hablar con ellos; demostrarles, en definitiva, que nos importan y son lo primero para nosotros.
En algunas ocasiones, lamentablemente, lo que mueve es la rivalidad entre los diversos miembros de la familia. Se quiere destacar, quedar por encima (padres separados, abuelos, tíos…) y hay quien se enrola en la batalla de demostrar quién es el mejor; de ganarse al niño.
No estropeemos su ilusión con nuestros fantasmas, rencores, frustraciones… Si son muchos los familiares y amigos que desean regalar, busquemos una forma coherente y equilibrada de organizarlo. Si de verdad los queremos mucho, no se lo demostremos con el dinero, sino con buena voluntad y primando su felicidad.  
Otro problema que se da es el de comprar a lo loco. Es un asunto delicado, que merece nuestra atención; se debe dedicar un mínimo de tiempo para asegurar una acertada elección: que tenga en cuenta los intereses de los niños, que aporte algún beneficio, que ponga en juego la creatividad, los estímulos, que sea medianamente interactivo… Según qué personas, nos encontramos con dos tendencias bastante diferentes y opuestas:
-La cómoda y fácil: que lleve poco tiempo, que resulte llamativo, que cubra el compromiso…
-La meditada y racional: dedicarle un tiempo a la selección, procurar que no se repita, que se ajuste a las preferencias del niño, que sea la idónea para su edad, que no solo le guste, si no que, además, resulte beneficiosa…
No es tarea fácil, pero ELLOS lo merecen.

¿Qué opináis? Espero vuestros comentarios.

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