Y este secreto te lego, querida
nieta, para que puedas continuar con la tradición y asegurarte un buen futuro.
Jamás se lo digas a nadie o te robarán la fórmula:
Todo comenzó en una época en que cada
mañana aparecían, de forma misteriosa, piezas rotas de mi vajilla. Decidí velar
infatigablemente, y espié a escondidas. Por fin descubrí que unos duendes revoltosos
y granujas ocasionaban los destrozos mientras yo dormía. Al día siguiente por
la noche preparé un exquisito té en la única pieza que me quedaba sana: la
tetera de porcelana de la abuela. Yo misma la estrellé, llena hasta el borde, contra
el suelo y me retiré a dormir plácidamente. Por la mañana el té estaba lamido y
la tetera flamante y recompuesta, como recién estrenada. Con ello trataban de
decirme que querían más. Desde entonces, cada noche dejó la tetera rebosante de
un buen té, junto a porcelanas rotas. Estas amanecen relucientes y enteras. Ese
ha sido el modo de llegar a ser una de las más famosas artesanas restauradoras de
cerámicas. Los duendes nunca renunciaran a su infusión.
Hermoso, al parecer encontraron los duendes y tu la solución, los duendes tomando el te y tu te transformaste en una afamada restauradora de ceramicas. Los duendes nos enseñan muchas cosas, la esencial debe ser respetar la naturaleza.
ResponderEliminarUn pacto con la naturaleza es el mejor. Ella nos lo da y nos lo enseña todo. Esos seres "elementales" de la naturaleza seguramente nos darían muchas lecciones. A ser agradecidos y a cuidar nuestros bienes, entre otras. Un abrazo, Hernán.
Eliminar