Este año me estoy dando mucha prisa en
escribirte porque tengo un problema muy gordo y quiero que leas mi carta antes
de que se te amontone todo el trabajo.
Este
año no quiero juguetes, ya tengo muchos, pero que no se enteren mis papás si no
me quedaré sin caprichitos. La verdad es que yo vivo muy bien, tengo comida,
incluso chuches algunas veces. Mis papás prefieren no comprármelas, pero yo ya
sé cómo sacárselas: me pongo seria, digo que no me comprenden, lloriqueo un
poco y al final ceden porque me quieren mucho. Tenemos una casa muy bonita, una
tele muy grande, mucha ropa, muchos libros, ordenador... Hay muchos niños en el
mundo que no tienen nada de eso. En el cole nos han dicho que viven en la
calle, sin comer muchos días, beben agua sucia, van descalzos y, claro, no
tienen juguetes ni libros ni tele... A nosotros no nos falta de nada. Y tengo la
mejor amiga del mundo.
Lo que yo quiero esta vez es una cosa muy
difícil de conseguir. Mis papás me tienen muy preocupada. Verás, te lo voy a explicar bien. La casa de mi mejor amiga y la mía están juntas, por eso durante toooooda
nuestra vida nos hemos llevado muy bien y nuestros papás también.
Mis papás siempre me han enseñado cómo ser una
buena niña y a comportarme bien. No debo decir mentiras, tengo que ser educada
con todas las personas, no debo pelearme con mis compañeros, ni hacer desprecios
a ningún niño, aunque sea diferente o más pobre, tengo que hablar mucho con mis
papás y no salirme siempre con la mía, pedir las cosas por favor y sin pillar
rabietas, y muchas más cosas. Pues verás, Papá Noel, ahora ellos hacen todo lo que
me dicen que no debo hacer: mienten, se alteran por todo, insultan y se han
pillado una rabieta gigantesca porque no se salen con la suya. Se han enfadado
con los vecinos, los papás de mi mejor amiga. ¡¡¡La que se ha liado!!! Ya no los
hablan, han puesto unas plantas muy altas en la valla del jardín para no
verlos, pero lo peor de todo es que ¡no nos dejan jugar juntas! Quieren que me
enfade con mi amiga y con sus papás, y si tú supieras lo buena que es ella conmigo... Si nos cruzamos con
ellos en la calle, tiran fuerte de mi mano para que no me pare. ¡Son unos
frescos!, no se dan cuenta de que para estar ellos a gusto nos fastidian a
nosotras.
Ya no somos felices, Papá Noel, y no vivimos contentos
y alegres como siempre. Y ¿sabes cuál es lo peor de todo?, que me marean tanto que hay veces que hasta me parece que siento un poco de
manía por mi mejor amiga. Y eso sí
que me duele, Papá Noel, me entran ganas de llorar. Yo no quiero que mi amiga y
yo nos odiemos, como hacen ellos.
Por eso este año te pido solo una cosa: que
todo vuelva a ser como antes, como hasta hace muy poco. Haz que se contenten
para que podamos volver a ser felices todos.
Gracias por escucharme, Papá Noel. Esperaré
impaciente tu llegada.
Un millón de besos
Un millón de besos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alex. La verdad es que la carta lleva un mensaje para los duros momentos que estamos viviendo. La enseñanza y los principios en que se debe asentar, pisoteados. Muy triste. Vale el ejemplo no la palabra. Se oyen tantas aberraciones en cuestión de Educación que me cuesta creer que haya quien no entiende la esencia y la ética básicas de la pedagogía. Habré cometido errores, como todo el mundo, pero estoy muy orgullosa de que jamás, jamás he transmitido a un alumno ideologías políticas ni rencores hacia NADIE, solo amor, y deseos de aprender. Si alimentamos con veneno a la infancia, sacamos serpientes. Una auténtica lástima. Besos.
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