sábado, 21 de octubre de 2017

LITERATURA PARA NIÑOS: VOCABULARIO

Escribir para niños es muy difícil, más de lo que la gente cree. A medida que “maduramos” nuestro lenguaje y forma de expresarnos se consolida y se estanca. Los niños y jóvenes, utilizan un lenguaje particular, propio de la edad. Bajarte a su nivel de comunicación y expresarte a su manera es casi imposible, salvo que te muevas entre ellos habitualmente y tomes buena nota.
Carmen Posadas, entre otros,  lo ha dicho en más de una ocasión:

Empezaste publicando cuentos para niños.
Empecé a escribir para niños porque creía que era más fácil. Mentira, ¡escribir para niños es muy difícil! Pero yo creía que lo era porque no me atrevía a intentar la Literatura con mayúscula. Alterno la literatura infantil con la de adultos. Cambio mucho de género. Me divierte probar cosas nuevas cada vez. Y escribo porque es lo único que sé hacer. Para el resto de las cosas soy un perfecto desastre. 
Entrevistador:  Llama la atención, porque siendo una mujer que tiene muchas cosas para decir, y que cuando uno la escucha es muy desenvuelta, a veces en la vida social se mantiene un poco al margen, es curioso eso. Yendo a tu literatura en sí, tú comenzaste escribiendo para niños y después fuiste a la literatura para adultos. ¿Por qué empezaste por ahí y cómo se dio esa transición posterior?
 – Empecé escribiendo para niños pensando que era más fácil, y es mentira, escribir para niños es muy difícil. Siempre he sido bastante insegura, y como además nunca fui a la universidad, me daba un poco de complejo decir que era escritora, entonces empecé escribiendo para niños para abrirme camino. Y tuve suerte, creo que la literatura infantil es un banco de pruebas perfecto, el que sabe mantener la atención de un niño desde luego sabe mantener la atención de un adulto.     
Cito fuentes: 

Respecto a esto se me plantea otra cuestión engorrosa y controvertida: ¿qué vocabulario se debe emplear en obras infantiles y juveniles? Según algunos, el de ellos. Cuanto más ajustado a la edad, más le gustará. De hecho, proliferan ahora colecciones de libros con un éxito rotundo entre dichos lectores. Cada nuevo ejemplar ya tiene el camino regado. Yo preguntaba a una niña de once años el motivo de que le gustaran tanto esos ejemplares seriados. Ella me contestó que porque los personajes hablaban exactamente igual que ellos. No dijo nada del contenido, de la historia, del argumento. La protagonista se convierte en una más del grupo, que habla, piensa, actúa… como esos niños que lo leen. La verdad es que visto desde esa perspectiva es encantadora y muy atractiva, pero a continuación me planteo yo: ¿Cuál es el mejor procedimiento para ampliar el vocabulario de los niños y jóvenes? ¿Haciéndoles memorizar interminables listas de palabras? NO. ¿Ejecutando las tareas de clase? EN PARTE. ¿Leyendo? BASTANTE ¿Hablando? MUCHO. La cuestión es: ¿Cuándo, cuánto y con quién dialogan estos niños? Pocas veces, poco tiempo y la mayor parte con sus amigos y compañeros. Complicado es que aumente lo suficiente y necesario su vocabulario. El manejo del vocabulario debe forjarse e incrementarse desde bien pequeños, pero existen miles de vocablos que apenas se utilizan en el habla ordinaria, común y cotidiana.
Por lo tanto, yo defiendo la inserción y utilización en los libros infantiles y juveniles de un porcentaje razonable de vocablos difíciles y desconocidos para ellos. Esto enriquecerá su vocabulario. ¿Que no las comprenden? No hay problema: eso no impedirá la comprensión general de la historia y del texto; deducirán su significado por el contexto general. Si alguna se les retuerce, que utilicen el diccionario, su uso es muy recomendable. También los adultos se encuentran en sus lecturas palabras desconocidas, que deducen del conjunto o que consultan. Acostumbremos a los niños a lo mismo desde pequeños. Al aprender un idioma no queda otra alternativa que consultar y consultar palabras desconocidas.
Para concluir, no defiendo a rajatabla ninguna de las dos posturas, pero ambas no son incompatibles ni reñidas. Podemos facilitarles ambas cosas: libros de fácil lectura, para que se aficionen y libros con vocabulario algo más complicado, para que perfeccionen su acerbo lingüístico.
Yo leía de muy pequeña muchos libros dirigidos a adultos, por dos motivos principalmente: que no disponíamos de la variedad y cantidad que existe hoy en día y que me gustaban algunos destinados a mayores.


Animaos a opinar al respecto y comentamos. 

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