—Por ti cabalgué sobre la grupa de la esperanza. Atravesé los barrotes del
viento. Me aventuré allende la frontera de las épocas nonatas. Burlé a la
guardiana de las causas imposibles. Descendí a los abismos de la incredulidad y
me enfrenté a los tentáculos de la ceguera. Pese a mi esfuerzo, he fracasado:
no he logrado rescatar el brillo de la magia, tal como me encomendaste.
—Te equivocas, sí lo has rescatado. Te debo toda mi gratitud. Tu fantástica gesta me ha devuelto mi luz y mi existencia, y las leyendas se
han salvado.
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