densas nubes
lo vetaban.
Ganó el
soberano un lapso,
en tan
volátil batalla.
Por un
descuido en el lance,
los nimbos
muestran sus garras.
El frío,
impasible y hosco,
rivalizó
y metió baza.
Reclamó
al viento su auxilio,
la lluvia
lo acompañaba.
Contrincantes
oriundos
de recias
cumbres nevadas.
La tarde
se volvió acre,
con baños
de laca helada.
Desamparados,
los seres
se amparan
en sus moradas.
Me alegra haber encontrado tu blog. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Y yo me alegro de tener tu amistad. Un abrazo.
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