Carantoñas ambarinas y guiños tiernos
prendieron en los jazmines del embeleso.
Los sones y melodías que canta el viento
son tus requiebros.
Aunaste sendas y andares,
enlazándolos con sueños,
que se adhieren como anclajes
al sentimiento.
Tú pintaste, amado mío,
del amanecer el beso
que endulzó abrazos de infancia,
suspiros de amantes nuevos.
Desecha los frutos vanos.
acopia aromas e inciensos,
carantoñas vespertinas,
venturosos sortilegios.
Una eternidad colmada de gratitudes,
para ti, mi bien, deseo.
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