«Yo lo único que
he sido capaz de averiguar de lo que es el feminismo es lo siguiente: Sólo sé
que la gente me llama feminista siempre que expreso sentimientos que me
diferencian de un felpudo». Rebecca West
La palabra feminismo es una palabra maldita y condenada. A ciertas personas, cuando la oyen pronunciar, se les enciende la ira. Ya no reflexionan ni atienden a razones. Confieren a la palabra un significado extremo y revolucionario, cargado de matices y connotaciones políticas. Este término representa a un sector muy, muy amplio de personas. A veces, por raro que parezca, hay feministas (también hombres) que pertenecen a tendencias políticas diferentes. No siempre hay que ver en este término posturas extremas, ni militancias políticas.
No es el término lo
que cuenta, son los hechos.
Yo no soy militante de ningún grupo; entiendo por feminismo
alcanzar la IGUALDAD entre hombres y
mujeres. Y cuando digo la igualdad, me refiero a ambos. Ninguno por encima del
otro. Ninguno con privilegios extra.
Entre l@s feministas los hay exaltad@s, tranquil@s, respetuos@s,
mal educad@s, intolerantes, comprensivos… ¡Cómo no! Como en cualquier grupo
humano. ¿O es que los que pertenecen a un partido, grupo, asociación, etc. Son clones
y calcos unos de otros?
Me encanta la definición que hace del concepto una de las
protagonistas de Harry Potter: Emma Watson. Escuchadla, por favor, sobre todo
los que se ponen de uñas al oír esta palabra. Lo expresa con tanta tolerancia y
delicadeza. Aquí os dejo el enlace:
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