jueves, 31 de enero de 2019

POR LA BOCA MUERE EL PEZ




Aquella cotilla irrefrenable, con su lengua viperina y su verborrea incontinente los volvía locos a todos. Las insoportables monsergas de esa mujer conseguían sacarlos de quicio. No les quedó más remedio que cortarle la lengua. Y al paso que va, me temo que no tardará mucho en perder también las manos, aprende muy deprisa el lenguaje de los signos.

3 comentarios:

  1. Salvaje micro relato sobre la cotillenaided vecinal jaja. Muy bueno.

    ResponderEliminar
  2. Espero que sea un grito hacia la liberación femenina. Muy bueno, muchas veces perdiendo se va ganando y se va fortificando.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por tu interés y lectura, Hernán. Esta mujer no creo que conduzca a ninguna liberación. Además, no aprende la tonta de ella a tener la boca cerrada, ja ja ja.

    ResponderEliminar

Archivo del blog