Es TERRIBLE el grado de tortura que
se llega a aplicar en algunas personas, de forma establecida y convencional. Acabo
de leer el libro “El abanico de seda” y se me parte el alma pensando en el
sufrimiento que la propia familia provocaba en unas inocentes niñas. Y tenían la
valentía de vivenciarlo. Me resulta tan difícil entender que no mueras al ver a
tu hija de unos seis años pasando por ese trance... Me refiero a la tradición del
“PIE DE LOTO”, costumbre ancestral china, que en su grado máximo conseguía, no
ya atrofiar el crecimiento de los pies sino reducirlos. Lo ideal eran 7 cm. ¿Os
lo podéis imaginar? Los vendaban pillando los dedos, salvo el pulgar, y forzándolos
hacia atrás. Quedaban doblados por debajo del pie. La venda la sujetaban con
mucha fuerza en el talón, que se iba juntando poco a poco con la planta del pie.
Cada cuatro días apretaban el vendaje (otra vuelta de tuerca). Las niñas eran
obligadas a caminar entre gritos, llantos y dolores, pisando y cargando el peso
sobre sus propios dedos. Llegaba un momento en que los huesos de los cuatro
dedos doblados y el del empeine se rompían. Los lavaban, pero seguían estrechando
el vendaje, a pesar de los picos de hueso clavados en la carne, del sangrado,
supuración, etc. El proceso completo duraba aproximadamente dos años, para las
que llegaban, porque algunas morían de cangrena o infección.
Aquí os dejo un enlace, pero podéis
ver muchos más poniendo tan solo en Google “pie de loto”. La fotografía pertenece a este mismo enlace.
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