¿Quiénes son los más madrugadores en
ambientes vacacionales?
Entre otros, los corredores, los ciclistas, los
que pasean perros, una servidora y… los moradores de la playa.
Dichos seres, a las ocho de la mañana o ¡aaantes!, se equipan con sus sillas y sombrillas, se posan en
la arena y colocan estos enseres en los mejores puestos y en primera línea, eclipsando todo
espacio. Este fenómeno es habitual en los últimos años. Tal vez antes, no tengo
certeza. Es difícil desentrañar este misterio, ni los científicos más avezados
logran descifrarlo. ¿Cuáles son los derechos adquiridos para gozar del
privilegio de sus parcelas de playa particulares a las que otros no pueden
acceder? ¿La edad? ¿Derechos auto-otorgados que los demás no sabemos o no nos
parece propio otorgarnos? Tenemos censores que nos lo impiden: la lógica, el
sentido común, el razonamiento, el respeto a los demás… ¿O tal vez el hecho de plantar
en ellas estos elementos básicos? Y lo de plantar es casi, casi literal, pues
cuando algunos van a retirar sus sillas, a avanzadas horas de la tarde, tienen
que tirar con fuerza para extraer las raíces que han echado.
Hay algunos una pizca más
considerados, que dejan a un representante en la orilla, custodiando las silla propia y la de otros quince o veinte.
Estos entes moran en las
playas (solo les falta pernoctar). ¡Hay que tener ganas! Como ya he dicho, se asentarían
en ella con la salida del sol (lo hacen algo más tarde porque antes no les
dejan) y se despiden con el ocaso. Durante todo ese tiempo, ocupan su puesto de
honor, charlan, otean el horizonte (hacia atrás no miran, por si acaso) y se dan
algunos chapuzones.
He visto llegar a
familias con niños pequeños y no poder los pobres jugar apenas con la arena y hacer castillos, en
la orilla, por falta de espacio. Los mejores puestos fueron reservados muy
temprano por los impertérritos moradores de la playa.
Para que os riáis (si ello es posible), como hice yo al ver una toallita de rafia sujeta por cuatro piedras en las esquinas, para asegurarse y reservar la sombra de dos palmeras. Obsérvese detalle
Para que os riáis (si ello es posible), como hice yo al ver una toallita de rafia sujeta por cuatro piedras en las esquinas, para asegurarse y reservar la sombra de dos palmeras. Obsérvese detalle
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