Clava en mi corteza ajada,
tu daga de ingratitud.
Escarba entre sus escaras,
y ahonda hasta que descubras
el sirope de mi llaga.
Allí donde tu rabia se cohíba,
hallarás dulzura.
Para ti la he reservado,
la resguarda mi aspereza,
no consiento que la usurpen
los ajenos. Solo es tuya.
Te la ofreceré en sorbos pequeños
hasta que aprendas a libarla,
para que me ames con locura,
tanto como yo te he amado a ti,
en tu rudeza.
Con cada porción de hiel que tú
me dabas
elaboraba con amor una ambrosía,
madurándola en mi sima de
esperanza,
sin permitirme dudar de que el
mañana,
generoso, esposaría miel y acíbar.
Autora: Tina de Luis Santiago
Autora: Tina de Luis Santiago
Precioso Tina
ResponderEliminarMuchas gracias, guapa. Me alegra que te guste. Besos.
EliminarEse buen amor que ni la daga de ingratitud lo daña.
ResponderEliminarAsí es, Carmen. Imagina ahora que todo eso lo dijera un árbol, en nombre de la naturaleza. ¿A que también encajaría perfectamente? Nos aman y nos dan mucho más que nosotros a ellos. Un abrazo.
EliminarTe ofreceré pequeños sorbos hasta que llegues a amarme con locura. Como no corresponder a ese amor. Genial.
ResponderEliminarGracias, desconocido comentarista, me complace tu opinión.
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