De la luz
a la oscuridad
más profunda.
Con desaliento.
Con hastío.
Con temor.
En la vacaciones de Semana Santa
estuve en Salinas (Asturias). Me encantó toda la zona y sus alrededores:
Avilés, Oviedo, Faro Vidio, La playa del Silencio y otros maravillosos
rincones.
Pero hubo una visita que me impresionó mucho: la mina
de Arnao. Pocas veces nos ponemos en el lugar de esas personas —hombres, niños
y algunas mujeres—, mineros que se jugaban la vida en cada momento de sus
interminables jornadas de trabajo. Pasaban de la luz a las tinieblas en unos
minutos, y permanecían largas horas inmersos en la oscuridad. En
los primeros tiempos, se cubrían la cabeza tan solo con boinas ,
alumbrados por la débil luz de unos candiles colgados en la pared. Enterrados
bajo tierra y bajo mar. Oliendo el desagradable olor del mineral mezclado con
la humedad. Con escasa ventilación. Teniendo que defecar todos ellos en
pequeños recovecos, habilitados de forma provisional. A veces tenían que
trabajar tumbados o agachados todo el día, cuando los túneles eran excesivamente
bajos.
Me impresionó también saber:
· Que algunos de esos hombres, generalmente los más ancianos (ahora sabréis por qué) estaban encargados de probar la seguridad de galerías nuevas; se adentraban en ellas portando una tea encendida para, en el caso de que existieran bolsas de grisú, estas se inflamaran y explotaran antes de que costaran la vida a un numeroso grupo de mineros; pero el que las probaba... ¿cómo se sentiría al ver tan de cerca la muerte?
· Que se volvían viejos prematuramente y se
daba un alto índice de alcoholismo para poder soportar esas condiciones de vida
tan infrahumanas.
· Que las mulas utilizadas para el acarreo del
carbón, una vez que bajaban a los profundos túneles, no volvían a subir a la
superficie, permanecían en en esas tenebrosas galerías hasta su muerte.
· Que, a veces, algunos mineros recibían
castigos y uno de ellos consistía en permanecer allí, bajo la tierra,
hasta tres días enteros...
¡Para volverse locos! Eso no era vivir.
Estremece pensar en un empleo que, salvo la paga, no
se diferenciaba tanto de los trabajos forzados, teniendo que sobrellevar
dignamente la certeza que eran muchos los que allí perdían sus vidas.
La mina de Arnao abrió sus entrañas en
1833 promovida por la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) y se cerró en
1915 por las filtraciones del agua del mar. Tras el cierre de la mina la RCAM
siguió en Arnao con la producción metalúrgica y hasta que en 1959 se abrió la
factoría de San Juan de Nieva, muchos antiguos trabajadores de la mina
siguieron trabajando en Arnao, en la fábrica, y otros se trasladaron a las nueva
factoría, pero la relación con la localidad ha seguido viva en sus
descendientes. La mina de Arnao
abrió sus entrañas en 1833 promovida por la Real Compañía Asturiana de Minas
(RCAM) y se cerró en 1915 por las filtraciones del agua del mar. Tras el cierre
de la mina la RCAM siguió en Arnao con la producción metalúrgica y hasta que en
1959 se abrió la factoría de San Juan de Nieva, muchos antiguos trabajadores de
la mina siguieron trabajando en Arnao, en la fábrica, y otros se trasladaron a
las nueva factoría, pero la relación con la localidad ha seguido viva en sus
descendientes.
Aquí os dejo varios enlaces, por si os apetece
profundizar en el tema.
Se identifica en ella la línea férrea más antigua de
España. Los viejos raíles, localizados gracias a un vecino en un acantilado,
han sido datados entre 1820 y 1830, con lo que son anteriores a los del trazado
Barcelona-Mataró.
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