mis palabras llenas
de rimar promesas,
de cantarle a la
renuncia o al olvido,
al optimismo o a la
entrega.
Que nadie me quite
mis silencios mansos,
mis silencios tercos,
mis dudas, mi
euforia,
mi locura, mis
tormentos...
Que nadie me quite la
mudez que me delata
cuando lanzo mi rubor
al viento.
Que nadie me quite la
luz de mi penumbra.
Que nadie me quite lo
que siento.
Porque es tuyo.
Porque es nuestro.
Dos amantes, dos
poemas, dos incendios,