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ILUSIONES A LA CALLE
Hoy he visto unas sonrisas por la calle.
Las llevaban prendidas unos niños
y las derramaban en cascadas. 
Sonrisas de sirope y menta, confitadas. 
Desplegaban a su paso un arco iris 
de tonalidades jamás vistas: 
deseos, optimismo, entusiasmo, 
confianza, vivacidad, paciencia, 
y, sí, por qué no confesarlo,
una fina línea de cautela.
Contemplaban el entorno 
con incredulidad y euforia.
Esa calle, que es la suya, la de siempre
y, a la vez, tan forastera.
Miraban alrededor, 
hacia atrás, hacia adelante…,
con ansia, con fruición…,
desenvolviendo el milagro
de volver a transitarla.
Sus ojos ansiaban ver, descubrir 
en cualquier momento a sus amigos, 
con un cuidado inculcado y retenido, 
contando con soltar al corazón, 
pero refrenar sus pasos 
para que no se desviaran a capricho. 
Oí decir a una de ellos: «Hoy soy un poquito
libre, qué envidia me dan los pájaros». 
Yo he hecho mía su alegría, 
he compartido su fascinación, 
he gozado con su candor y sus risas. 
Cuántas veces esos niños nos inquietan,
nos desasosiegan, nos abruman.
Y en realidad, nos reavivan, nos renuevan.
Son nuestra savia, son la chispa de la vida.
Tina de luis
 
 









