Las preciosas estrellas de papel se van amontonando
en la maqueta que mi pequeña y yo hicimos juntas. A ella se le ocurrió construir
ese gran pequeño universo de esperanza para depositar una estrella por cada
angelito de la Unidad de Oncología Pediátrica que… “partía”. Tengo que
agrandarla; apenas me caben ya, pues me he saltado las reglas. ¡Mi hija sabrá
entenderlo, lo sé! Desde que emprendió el mágico viaje, por cada lágrima
derramaba añado una con su nombre. Y junto a su nombre anoto un deseo, en
nuestro particular mundo de ilusión se cumplen todos.
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Es un cuento muy duro y cortito. El contenido es tremendo, pero es parte de la vida que nos toca en suerte. Cada tanto ponele alguna estrellita a nombre mio y cuando te pregunte quien soy decile que soy un duende amigo. Que algún día los tres nos vamos a reunir para pasar un momento hermoso.
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