Tengo
la intención de pintar pájaros de colores. Ya dispongo de los vegetales
apropiados, del carbón y de las hematites, en cuanto obtenga las mezclas con mis
tonalidades preferidas, llenaré las paredes y el techo de la caverna con ellos.
Quedarán hermosos. ¡Como si estuvieran volando! Cuando la gente conozca mis
pinturas me volveré inmortal, famoso... y la presuntuosa de mi hermana mayor
dejará de ser la favorita y de tratarme con superioridad. Mis dibujos darán vivacidad,
alegría y seguridad a la cueva, y no los toscos animales que graba y colorea ella;
que, al llegar la noche, parecen embrujados por las lenguas de fuego y dispuestos
a atacar en cualquier momento. No resultan agradables, sino perturbadores, nos
provocan pesadillas y nos roban el sueño. ¡A quién podrían importarle esas
figuras de ciervos, bisontes, jabalíes, caballos..., y algunas otras, que ni siquiera
se sabe lo que son! Pronto pasarán al olvido y no habrá ser que se interese por
ellas.
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