Se deslizó la sombra por mi blancura, se alimentó de nata, y
amamantó mi cuerpo
de lujuria. Goce
diáfano que traspasó mis brillos, y ardí en la llama
que apaga la cordura.
Corté la brida.
Desmenucé
roces lascivos. 
Yo le exigía más, cuanto más daba. 
Me prodigó de noches y de orgías hasta que rebosé, saciada.
Identidades yermas; y entre permutas de plenos y vacíos, devení
umbría y ella... fue flama.
 

 
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