Hoy,
escuchando las noticias, he oído decir que uno de los sectores más dañados en
Siria era el de la enseñanza, y que "Los conflictos como la guerra agravan
este problema, según la directora del Instituto de Estadística de la UNESCO,
Silvia Montoya, quien señaló que tras dos años de guerra se pasó de que la
totalidad de los niños y adolescentes estuvieran matriculados a dejar fuera de
la educación a cerca de dos millones”.
Entonces
me he preguntado, "¿No es, acaso,
esto lo que pasa con millones de niñas en el mundo con o sin
guerra?"
“Las
niñas, las más desfavorecidas.
En
cuanto al género, las niñas se llevan la peor parte. Son las más desfavorecidas
especialmente en Asia meridional y occidental, donde el 80% tienen muy poca
probabilidad de acceder a la educación, frente al 16% de los niños”.
Más
información en este enlace. Es muy interesante:
Y
a las niñas les sucede no solo por motivos de guerra, sino por sistema,
costumbres, tradición... ¿Cómo es que no se hace este llamamiento años tras
años, día tras día para ellas?". Sé que la UNESCO demasiado hace ya, pero
¿lo hacemos los demás? ¿Hace algo el mundo por evitarlo?
Esto
dice la UNESCO también:
“Hay
una serie de obstáculos que impiden o limitan la participación de las mujeres
en la educación. Algunos de los que tienen mayor relevancia son la pobreza, el
trabajo infantil (en especial el trabajo en el hogar), los matrimonios tempranos,
los embarazos precoces, los conflictos armados, el acceso difícil a los centros
escolares, los entornos escolares peligrosos y violentos, y, principalmente,
las prácticas sociales discriminatorias* que tienen lugar dentro de la escuela
desde la más temprana edad. Sin embargo, prevalece una tendencia a la
invisibilidad y a la negación del sexismo y de las prácticas discriminatorias,
así como de sus consecuencias.
Si
los padres con bajos niveles de ingresos tienen que decidir cuál de los hijos
se queda en casa sin ir a la escuela, la elegida será la niña, ya que se
considera que ella se casará y, por lo tanto, no aportará dinero a la familia
en el futuro.
Finalmente,
la inseguridad y la violencia sexual es una de las principales trabas para que
las niñas o las mujeres puedan acceder a la escuela. En situaciones de
conflictos violentos, las escuelas quedan especialmente en riesgo y los grupos
armados toman a las niñas y a las jóvenes como objeto de violencia sexual,
intimidación, reclutamiento para el combate o bien para convertirlas en
esclavas domésticas o sexuales”.
Increíble,
¿verdad? La pobreza es muy triste y dura de por sí, pero que en idéntica situación
la mujer sea aún más pobre que el hombre... ¡Clama al Cielo! Aunque... ¿a qué
Cielo clamar? ¿Hay algún Cielo con DIOSA? ¿O uno donde DIOS Y DIOSA tengan las
mismas atribuciones?
Y
añade la UNESCO:
“Los
beneficios de educar a las niñas
La
educación de las niñas y mujeres tiene un fuerte impacto en el desarrollo de
las sociedades. Está comprobado que el avance en la educación de las mujeres
durante los últimos 40 años ha salvado 4 millones de muertes infantiles. Una
madre que sabe leer, con conocimientos básicos sobre nutrición, salud e
higiene, tiene un 50% más de posibilidades de que su hijo o hija sobreviva
después de los 5 años de edad”.
Fijaos en los beneficios que aporta una mujer que aprende y eso ya solo en el plano
familiar, sin meternos en el profesional.
¿Qué
borricos no comprenden la igualdad de la mujer? No son tantos los borricos, no. Lo más triste es que la mayor parte de las
personas, lo comprenden, pero es mejor
no revelarlo y mantener vigente la discriminación; así se obtienen muchos
beneficios: mano de obra gratuita, secuaces incondicionales, servidoras y
esclavas (domésticas, sexuales, laborales...) que satisfacen sus intereses.
Otro motivo es la inseguridad; muchos hombres temen que si las mujeres se sitúan en un
plano idéntico al de ellos, acaben desplazándoles; y muchas mujeres temen no poder dar
la talla en un terreno de libertad,
prefieren seguir siendo esclavas, un rol en el que se desenvuelven muy
bien y se sienten arropadas.
Esto
me recuerda a la obra de Miguel de Unamuno, "San Manuel Bueno,
mártir".
Trata
de la historia de don Manuel Bueno, párroco de su pueblecito, Valverde de
Lucerna. Múltiples hechos lo muestran como “un santo vivo, de carne y hueso”,
un dechado de amor a los hombres, especialmente a los más desgraciados, y
entregado a “consolar a los amargados y atediados, y ayudar a todos a bien
morir”. El sacerdote esconde un terrible secreto: no tiene fe, no puede creer
en Dios, ni en la resurrección de la carne, pese a su vivísimo anhelo de creer
en la eternidad. Y si finge creer ante sus fieles es por mantener en ellos la
paz que da la creencia en otra vida, esa esperanza consoladora de la que él
carece. Muere don Manuel, sin recobrar la fe, pero considerado un santo por
todos, y sin que nadie, fuera de Lázaro y de Ángela, haya penetrado en su
íntima tortura.
Pues
en el caso que nos ocupa es parecido: no se cree lo que se vende, pero interesa
hacerlo creer a los demás y no como San Manuel en beneficio de los otros, sino
en el propio beneficio. Puro egoísmo.
Se
ha avanzado mucho en este tema en cuanto a leyes, derechos, acuerdos, normativa...
lo más triste es que no se avance en el corazón de las personas. Mientras se
aplique la igualdad en los Derechos de hombres y mujeres y sea aceptado como
una imposición y no como un caso de Justicia, nos quedará mucho camino.
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