Os pongo ahora el SEGUNDO PLATO del menú. Más fácil imposible. Este es un guiso muy antiguo, y relativamente frecuente porque tenía una justificación basada en la necesidad. En la época en que no se disponía de frigoríficos, y más aún en el verano, las comidas corrían el riesgo de estropearse. Así pues, como el vinagre conserva los alimentos, escabechaban para su conservación.
INGREDIENTES.
Muslos de pollo, 1 k Pimienta en grano, un puñadín
Vinagre Laurel, 2 hojas
Aceite Sal
Una cabeza de ajos
Opcional: Alguna hierba arómatica (clavo, tomillo, romero).
PREPARACIÓN:
Lavad el pollo y ponedlo en sal. En una cazuela echad la medida de un vaso de agua, de aceite de oliva, 1 vaso de agua y 3/4 del vaso de vinagre; los granos de pimienta, los dientes de ajo partidos en rodajas, el laurel y un poco de sal. Ponedlo a calentar. Cuando empiece a hervir, añadid los muslitos de pollo, reducid la temperatura a fuego medio y dejadlo cocer una media hora. Pinchad con un tenedor para comprobar que están en el punto. Si durante la cocción observáis que el líquido baja mucho, añadid algo de agua.
Sacadlo del frigorífico un rato antes de ir a comerlo.
El vinagre se puede aumentar o reducir a gusto de cada persona.
Observaciones:
Quiero ponerlo de la forma más simple posible, para que no dé pereza, y queda bien rico así solo, pero si deseáis elaborarlo un poco más podéis hacer dos cosas: rehogar los muslos en aceite antes de cocerlos y también alguna verdura, como zanahoria y/o pimiento.
El mismo guiso podéis hacerlo con magro o lomo de cerdo troceado, con codornices, picantones...
Con chicharros queda estupendo, dejándolos cocer la mitad de tiempo y con algún otro pescado.
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