No plasmes tu
huella sobre la arena frívola,
ni sobre el agua
inquieta y escurridiza.
Fórjala en
hierro.
No fíes tus
inquietudes al viento prófugo,
derrámalas en oídos
de rapsodas,
que tu mensaje resuene
en el firmamento,
nunca lo acalles.
Haz emanar la
tinta que bulle en tus entrañas,
hasta que tome forma,
en las almas y en los pliegos.
Escribe el sentir
que agita tu corazón
en el andén de las
horas y los versos.
Cincela logros y dichas,
pesares y desaciertos
en las páginas de
la memoria.