jueves, 28 de enero de 2016

¿SABEMOS ENSEÑAR?

Puede que sí y puede que no. Ni yo misma sabría qué decir a estas alturas. Más, si se tiene en cuenta lo poco que cuenta nuestro criterio como docentes a nivel popular.
Dentro de las aulas parece ser que las madres y padres de alumnos confían en el hacer y saber del profesor, pero fuera de este contexto perdemos toda credencial. La gente, en general, sabe mucho mejor que los profesionales de la enseñanza lo más adecuado en educación. Numerosas personas creen llevar "la magia" del saber enseñar  por inspiración divina o por dotación genética. 
Los docentes, si no en su totalidad, en una gran mayoría, nos cuestionamos si hacemos lo mejor y el modo de superarnos; dudamos, modificamos nuestros métodos y estrategias..., mientras que un grupo muy numerosos de personas, no docentes, cree saber enseñar  a sus hijos perfectamente y sin vacilación alguna: porque ellos han sido educados así, porque la maternidad/paternidad otorgan ese don...
En cuestión educativa, si no se pide opinión a los profesionales (y pocas veces es así), mejor no rechistar, veas lo que veas. Si la piden, se aconseja, aunque tampoco sirve para nada si no se responde lo que esperaban escuchar. Os voy a contar un ejemplo:
Un día, hace ya bastante tiempo, me llamó una vecina para preguntarme por el enfoque educativo que convenía a su hijo: lugar, estilo, distancia... Después de dialogar cerca de una hora, decidió que lo más acertado era lo que ellos tenían pensado. Soy profesora -con una larga experiencia-, pedagoga, madre... y esto no parece que dé mucha credibilidad fuera del ámbito escolar. 
Se despidió pensando que quién mejor que ellos, como padres, iba a saber lo más correcto con su hijo a la hora de educarle. Su expresión me transmitía: ¡A mí me lo vas tú a decir!


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