domingo, 10 de enero de 2016

¿ESTA ES FORMA DE EDUCAR?

Hace unos días vi a una niña (no creo que llegase a los 4 años) tomándose un zumo de naranja. Después de un trago, fue a dejar el vaso en la mesa, este no asentó bien y perdió el equilibrio. La pobre niña se esforzaba por evitar la catástrofe: con el brazo derecho trataba de sujetar el vaso y con la  mano izquierda intentaba contener el líquido que empezaba a escurrir. A pesar de sus esfuerzos, el vaso acabó volcado y la mayor parte del zumo en su pantalón. No olvidaré esa carita contrariada por no haber sido capaz de controlar la situación.
Su padre, que estaba hablando y distraído, volvió la cabeza y lo vio. Lo único que se le ocurrió decir, con voz furiosa, fue:

¡Mira la que has liado! ¡A ver si tienes más cuidado!

Se me rompió el alma mirando la expresión de desconsuelo de la pequeña. La pobre intentó explicarse con una débil vocecita: "No se paraba el vaso". Y lamentaba su torpeza. Me costó resistir para no intervenir a su favor.
A la pena que ya sentía la niña, se sumó la de la incomprensión de su padre. A ella se le derramó el zumo en el pantalón; el padre arrojó la autoestima de su hija al suelo.

Ese hombre, al ver el zumo derramado y la ropa manchada, se dejó llevar por la ira y atropelló los sentimientos de su hija. "¡Cuánta Pedagogía necesita aprender este hombre!", pensé. No nos damos cuenta de que con cada una de esas actitudes modificamos y marcamos el carácter y la forma de ser de los niños.

El enfoque correcto hubiera sido:

"¿Lo has hecho a intención? No, ¿verdad? Pues no te preocupes, ha sido culpa del vaso."

Después un abrazo; la niña necesitaba consuelo en esos momentos, no gritos.

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